Ramón Guillermo Aveledo ha anunciado que la MUD está
contemplando un receso hasta 2015 en sus funciones como coalición opositora,
alegando la necesidad que tienen sus miembros de reestructurarse y renovarse para
continuar la lucha política. Esta declaración, hecha antes de transcurridos dos
meses de las elecciones municipales, despierta cierto malestar en la
disidencia.
Desde hace muchos meses se venía observando que la MUD había
perdido el foco en sus objetivos (o en los que deberían ser sus objetivos),
concentrándose únicamente en la cuestión electoral y no en la verdadera meta de la
lucha: el derrocamiento del dominio cubano comunista sobre Venezuela; de la
cual el factor electoral es fundamental pero no el único ni el más importante.
Después del desastre del 7-10-12, cuando la MUD no solamente
cambió su discurso -que al final de la jornada era triunfal- por el silencio,
vinieron los hechos del 14 de abril de 2013 y días subsiguientes. Ante la
evidente derrota del régimen y el fraude electoral al que se vio forzado para
obtener una supuesta ventaja de apenas 200 mil votos, la respuesta del pueblo,
con los estudiantes a la cabeza, fue protestar.
Inicialmente, la dirigencia de la MUD y el despojado
Capriles obraron en consonancia con ese pueblo que protestaba, que caceroleaba y
enfrentaba a la GN pidiendo calle sin descansar hasta remover al opresor.
Sorpresivamente, como si hubieran llegado en auxilio del régimen, Capriles y la
MUD llamaron a cesar la protesta. El pueblo confiado sabiéndose mayoría y
creyéndose en manos competentes de buena fe, amainó en las manifestaciones
pensando que se trataba de un hiato táctico y no de claudicación ante la
dictadura.
A los reproches y ataques que sufrió la MUD por parte de un sector
preocupado de la oposición en los meses que siguieron, la respuesta fue que la
salida era electoral y en ese sentido las elecciones de diciembre serían
decisivas. Llegaron al extremo de calificarlas como “plebiscito”.
El tema de las elecciones municipales merece especial
atención. Obteniendo el 49% de los votos -51% en contra (según cifras oficiales
del “confiable e impoluto” CNE)- el régimen manipuló la información para declararse
triunfador. De manera que un gobierno derrotado no una sino dos veces en un
lapso de 8 meses, lograba emerger como victorioso, gracias a la actitud
complaciente de una dirigencia que había sido efectivísima en mantener al
pueblo alejado de las calles y las cacerolas para darle el aire que la
dictadura necesitaba desesperadamente para no morir cuando se encontraba en la
sima de la popularidad.
Unos días después acudió nuevamente la MUD en auxilio del
régimen: los recién electos alcaldes de la Unidad atendieron a la “invitación”
a Palacio que les hiciera el doblemente derrotado electoralmente Nicolás Maduro a
mostrarle sus dientes con fraternales sonrisas.
Y luego sucedió lo inimaginable: Henrique Capriles también
acudió a Miraflores a estrecharle la mano al mismo cónsul cubano nacido en
Cúcuta que declaró recientemente que las decisiones sobre Venezuela no se toman
en Miraflores sino en La Habana, y a quien juró que jamás reconocería como
Presidente; todo esto a la sombra de la flameante bandera cubana.
Más allá del daño moral que causa la actitud de la MUD y
Capriles con la que han lesionado tambien su propio liderazgo, y sin conocer las
circunstancias subyacentes, amenazas o recompensas que pudieran haber recibido
por haber “pacificado” el país en este último año; la última decisión de tomar
un sabático no hace más que acentuar las sospechas de que la función de la MUD
no era más que electorera y de servirle de contrincante a la dictadura que
generó su propia oposición a la medida.
Pero aunque es triste ver el rol que como agente
colaboracionista –voluntario o involuntario- ha jugado esa dirigencia opositora
que califica de “radicales” a quienes disienten de su pensamiento único, lo cierto
es que el que ahora ella haga mutis del escenario histórico venezolano no es
una ofensa grave a la causa libertaria que encontrará nuevos y más adecuados
líderes para expresar la voluntad de ese pueblo tantas veces engañado.
Lo anterior es cierto pues a pesar de que puede
estimarse que este no es el mejor momento que vive la oposición (numéricamente sí
lo es), definitivamente este sí es el peor momento que vive el régimen que ya
solo se sostiene por la fuerza pretendiendo represar una voluntad popular indetenible.
Dicho en otras palabras, la situación de la oposición es
mala debido al desconcierto pero con tendencia a mejorar. La situación de la
dictadura es grave debido al poco sustento social y económico que le resta, con
tendencia a empeorar.
De manera que la MUD puede tomar su sabático, pero
Venezuela, su Pueblo y la Historia jamás lo harán.
Leonardo Silva Beauregard
Twitter: @LeoSilvaBe